MI HISTORIA

Nací el 8 de marzo de 1947 en el barrio madrileño de Justicia. Fui el tercero de cinco hermanos, un niño normal dentro de una familia normal, con una madre abnegada de la que aprendí el valor del trabajo y el sacrificio, y un padre diligente del que obtuve ese espíritu emprendedor que me ha llevado siempre a buscar nuevas metas, sin pararme a disfrutar de los réditos de las antiguas.

De mi padre obtuve también, como no podía ser de otra manera, la afición al fútbol y al Real Madrid. Aún recuerdo con nostalgia aquella vieja televisión en blanco y negro, traída desde Alemania, que llegó justo a tiempo para que todos juntos pudiésemos ver aquella legendaria final de la Copa de Europa de 1960 ante el Eintracht, en la que Di Stéfano marcó tres goles, y Pancho Puskas, cuatro. Al año siguiente me hice socio, y desde entonces estoy orgulloso de poder decir que se pueden contar con los dedos de una mano los partidos a los que he faltado en el Bernabéu.

Por aquel entonces hice también mis pinitos en la tauromaquia, cuando íbamos a la finca de mi tío Esteban y allí cogía un viejo capote desteñido para provocar a alguna vaquilla iracunda y, con suerte, hacerle un par de verónicas antes de salir corriendo para evitar la embestida. Recuerdo una ocasión en la que no conseguí librarme de la acometida y, aunque no resulté herido, me sirvió como advertencia para el futuro. Desde entonces pongo mucho cuidado en calibrar bien los riesgos de todas mis operaciones.

Toda mi vida he sido madridista pero sobre todo madrileño. Pasé buena parte de mi infancia y adolescencia en la calle de Hortaleza, de casa al colegio, del colegio a la perfumería de mi padre, y de la perfumería de mi padre a casa de nuevo o a juntarme con mis amigos para echar un partidillo de fútbol hasta que nuestras madres nos llamaban para que subiésemos a cenar. Incluso cuando empezamos la universidad, en cuanto salíamos de clase íbamos directos a echar uno rápido entre nosotros. En esa época conocí en uno de los bares de Argüelles a María Ángeles, con la que me casé unos años más tarde, y me apoyó siempre tanto en los buenos momentos como en los no tan buenos. Tuvimos tres hijos, Eduardo, Florentino y María Ángeles, que han sido lo mejor que nos ha pasado.

Siempre he sido una persona tenaz y ambiciosa, y por suerte siempre me he sabido rodear de gente que ha sabido aconsejarme y moderar mi carácter, y gracias a eso he llegado a donde nunca creí que hubiese podido llegar. Decía mi amigo Emilio Butragueño que soy un ser superior, nada más lejos de la realidad: sólo soy una persona normal que ha cumplido muchos de sus sueños con trabajo y esfuerzo.

MI TRAYECTO­RIA

Acompáñame en un breve recorrido de mi palmarés político, deportivo y empresarial.

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¡SEREMOS GALÁCTICOS!